REVISIÓN
DE MI PRÁCTICA PEDAGÓGICA EN TORNO A “AUTORIDAD Y LIBERTAD”
Docente: Ada Rocio Samaniego Pantigoso
CASO: Una situación
que observo con frecuencia en las aulas es al momento de agrupar a las
estudiantes para realizar trabajos grupales. En estos momentos suele suceder
que:
Se
conforman grupos de las más “chanconas” y quedan relegadas más de una estudiante
(excluidas) que no tienen grupo y además no demuestran voluntad por integrarse.
Cuando van a los otros grupos (por autoridad del docente o
porque algún grupo las invita), las estudiantes excluidas suelen mostrarse
cohibidas y aceptan las opiniones de las demás.
A partir de esta observación, podría mencionar las
razones que expresan las estudiantes para sustentar su accionar:
1. Están
haciendo uso de su libertad al elegir libremente el grupo con el que trabajarán,
pues ya se conocen y saben cómo trabajan.
2. Si
se integran con otras estudiantes ellas no trabajan y no aportan nada a los
grupos.
3. Las
estudiantes excluidas suelen mencionar que los grupos están completos, no las
escuchan o las discriminan.
Frente a esta situación mi accionar como docente es
seleccionar a las integrantes de los grupos de manera aleatoria. Las razones, a
la luz de los documentos leídos, serían:
·
Desarrollo
de competencias ciudadanas: El trabajo en equipo, la asignación de roles
para cada miembro del grupo, la socialización, el debate e intercambio
respetuoso de sus ideas y sentimientos son parte de los aprendizajes que se
desarrollan en la interacción de los grupos y son parte de las competencias
cognitivas, comunicativas, emocionales e integradoras que se propone el área de
Formación Ciudadana y Cívica.
·
El aula de clase promueve la defensa de los derechos que se
sustentan en la dignidad de todas las estudiantes y la práctica de valores que son universales y no particulares.
·
La libertad
se practica con responsabilidad y
autonomía. Cuando las estudiantes mencionan ser libres, no están demostrando
un pensamiento autónomo sino heterónomo, no están privilegiando el bienestar
común sino el individual y grupal.
·
Todas las estudiantes deben ser tratadas con
igualdad y respeto a sus diferencias y opiniones, lo que no es sinónimo de
desinterés o indiferencia, sino el respeto
activo que se expresa en el “interés positivo comprender sus proyectos…
siempre que representen un punto de vista moral respetable” (Cortina Adela,
1997: 240).
·
A través del diálogo sincero las estudiantes ponen en práctica sus habilidades
sociales al interactuar, escuchar activamente, demostrar empatía y asertividad.
Por todo ello, considero que la práctica de estos
valores cívicos y morales (infundida con la conformación de grupos
heterogéneos) lograrán progresivamente
que las estudiantes demuestren ser personas preocupadas por el bienestar general,
la convivencia democrática y ser ciudadanas que toman decisiones con libertad,
responsabilidad y autonomía.
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